CÉSAR AUGUSTO GRULLÓN, EL PINTO DE TANTÉ (*): COMERCIANTE INNATO, PERSONAJE POLIFACÉTICO
César Grullón pasó su vida entre las bebidas, los negocios, el juego, nunca se le vio envuelto en riñas, ni cuarteles de policías, sabía engañarte y dejarte satisfecho con el engaño.
PERSONAJES
Por Manito Santana
Pintor de brocha gorda de profesión, comerciante de objetos y utilerías, canjeador o trocador (de trueques) de los mismos; improvisador o rimero de palabras poéticas, y prestidigitador. Hombre con una inteligencia despilfarrada por las circunstancias, por las pocas oportunidades que le brindaba la época, y, por qué no, la falta de orientaciones.
Todas estas habilidades hicieron del Pinto un hombre muy popular en la comunidad, por la ayuda que resultaba para resolver el problema que cualquier ama de casa que se viera atareada, o padre de familia por igual, tuviera en hacer que los extremos pudieran ser "pegados".
Por ejemplo, muchas veces el diario de la familia ($) no estaba, no había de que agarrarse, escasos los prestamistas, pero, en un rincón de la casa descansaba un radio con poco uso, surgía la idea de venderlo para resolver la "grasa" de la semana y ahí salía la pregunta del Chapulín: ¿ahora, quién podrá defendernos?; Yooo, decía "el pinto e' Tanté”.
El Pinto salía con su radio y al poco rato ya estaba vendido, no por la calidad del aparato, sino por la labia mercurial de este señor. Era capaz de hacerte comprar dos radios mas sin tu necesitarlos, solamente por su habilidad para convencer al cliente.
Estas ventas o las fuentes de donde salían estas ventas generalmente era de la clase pobre y el comprador siempre sabía la procedencia. Había una venta procedente de la clase media baja y alta que no permitía que el comprador supiera su origen, ya que eso rebajaba su status. El pinto era discreto en ese sentido.
El Pinto, agradable al compartir “tragos”, pues siempre tenía una anécdota causante de risas y siempre aprovechaba cualquier palabra dicha y con la misma te hacía una rima. Jugador empedernido de dados, carabina, casino, póker y dominó, era diestro en mover las manos y cegarte en frente tuyo.
El “pinto” era tan conocido por sus habilidades que un día hay un tipo de estos vivos, sin saber con quién trataba, por engañar a Tanté, el papá del Pinto, quien tenía una "pulpería"en La Yagua, Mao. Tanté era de por sí buen negociante y ya cuando el vivo lo tiene harto le hace una pregunta: ¿Tú conoces el Pinto ‘e Tanté? Por supuesto, le dice el vivo, ese ej un gánte, ese te lleva las medias sin quitarte los zapatos. Pues… yo soy Tanté, el papá del pinto… vaya a joder a otro…”
Las historias sobre el Pinto abundan, pero hay otra de la época de la tristemente famosa "guardia colorá".
Lo mandan a buscar de la fortaleza para incorporarlo a la banda; le dicen: "Pinto, nosotros queremos que te incorpores al grupo”; el Pinto le contesta: "noo, Capitán, yo no puedo hacer eso”; enseguida le pregunta el Capitán: ¿pero, Ud. no es un tíguere?, y el Pinto le dice: "sí, Capitán, yo soy un tíguere, pero un tíguere decente".
César Grullón, pasó su vida entre las bebidas, los negocios, el juego, nunca se le vio envuelto en riñas, ni cuarteles de policías, sabía engañarte y dejarte satisfecho con el engaño.
Dejé de verlo cuando tenía más de 70 años; ya cansado, dominado por el jumo de un solo trago y los negocios cerrados, con pocas habilidades, donde los años comenzaron a surtir efectos al no permitirle levantar la mirada para responder a un saludo afectuoso de alguien que siempre lo admiró por ser como era.
(*) El famoso Pinto de Tanté; Tanté era el padre del Pinto, para distinguirlo de otros Pintos existentes en el pueblo.
PERSONAJES
Por Manito Santana
Pintor de brocha gorda de profesión, comerciante de objetos y utilerías, canjeador o trocador (de trueques) de los mismos; improvisador o rimero de palabras poéticas, y prestidigitador. Hombre con una inteligencia despilfarrada por las circunstancias, por las pocas oportunidades que le brindaba la época, y, por qué no, la falta de orientaciones.
Todas estas habilidades hicieron del Pinto un hombre muy popular en la comunidad, por la ayuda que resultaba para resolver el problema que cualquier ama de casa que se viera atareada, o padre de familia por igual, tuviera en hacer que los extremos pudieran ser "pegados".
Por ejemplo, muchas veces el diario de la familia ($) no estaba, no había de que agarrarse, escasos los prestamistas, pero, en un rincón de la casa descansaba un radio con poco uso, surgía la idea de venderlo para resolver la "grasa" de la semana y ahí salía la pregunta del Chapulín: ¿ahora, quién podrá defendernos?; Yooo, decía "el pinto e' Tanté”.
El Pinto salía con su radio y al poco rato ya estaba vendido, no por la calidad del aparato, sino por la labia mercurial de este señor. Era capaz de hacerte comprar dos radios mas sin tu necesitarlos, solamente por su habilidad para convencer al cliente.
Estas ventas o las fuentes de donde salían estas ventas generalmente era de la clase pobre y el comprador siempre sabía la procedencia. Había una venta procedente de la clase media baja y alta que no permitía que el comprador supiera su origen, ya que eso rebajaba su status. El pinto era discreto en ese sentido.
El Pinto, agradable al compartir “tragos”, pues siempre tenía una anécdota causante de risas y siempre aprovechaba cualquier palabra dicha y con la misma te hacía una rima. Jugador empedernido de dados, carabina, casino, póker y dominó, era diestro en mover las manos y cegarte en frente tuyo.
El “pinto” era tan conocido por sus habilidades que un día hay un tipo de estos vivos, sin saber con quién trataba, por engañar a Tanté, el papá del Pinto, quien tenía una "pulpería"en La Yagua, Mao. Tanté era de por sí buen negociante y ya cuando el vivo lo tiene harto le hace una pregunta: ¿Tú conoces el Pinto ‘e Tanté? Por supuesto, le dice el vivo, ese ej un gánte, ese te lleva las medias sin quitarte los zapatos. Pues… yo soy Tanté, el papá del pinto… vaya a joder a otro…”
Las historias sobre el Pinto abundan, pero hay otra de la época de la tristemente famosa "guardia colorá".
Lo mandan a buscar de la fortaleza para incorporarlo a la banda; le dicen: "Pinto, nosotros queremos que te incorpores al grupo”; el Pinto le contesta: "noo, Capitán, yo no puedo hacer eso”; enseguida le pregunta el Capitán: ¿pero, Ud. no es un tíguere?, y el Pinto le dice: "sí, Capitán, yo soy un tíguere, pero un tíguere decente".
César Grullón, pasó su vida entre las bebidas, los negocios, el juego, nunca se le vio envuelto en riñas, ni cuarteles de policías, sabía engañarte y dejarte satisfecho con el engaño.
Dejé de verlo cuando tenía más de 70 años; ya cansado, dominado por el jumo de un solo trago y los negocios cerrados, con pocas habilidades, donde los años comenzaron a surtir efectos al no permitirle levantar la mirada para responder a un saludo afectuoso de alguien que siempre lo admiró por ser como era.
(*) El famoso Pinto de Tanté; Tanté era el padre del Pinto, para distinguirlo de otros Pintos existentes en el pueblo.